jueves, 17 de enero de 2013

28.

Hay veces que pienso así. En algunos momentos de debilidad pienso en llamarte, en hablarte pero el miedo a ser pesada, a molestarte, me frena. Sería bonito experimentar esa sensación en el estomago otra vez, esas cosquillas que te inquietan, que te ponen a alerta, que tanto gustan. Hay veces que pienso que lo único que necesito es un empujoncito, una flecha como las que disparan en el vídeo para poder mostrar lo que tengo dentro. Para no perderte. 
Sinceramente, tengo miedo. Este pequeño músculo que tengo como corazón está cansado de contraerse por el dolor, está cansado de los daños colaterales de la ilusión. 
Mar de ideas que hay en mi mente y que nublan mi razón. Sueños y deseos que lamen mis ojos todas las noches esperando para hacerse realidad. Batalla naval que se lucha dentro de mi haciéndome enloquecer sin saber qué hacer. 
En el fondo de mi cabeza hay un duendecillo que me dice que no me preocupe, que el destino sólo se está riendo un poco más de mi, que tarde o temprano nuestros corazones latirán al unísono marcando un ritmo que será envidiado por los demás.
Tarde o temprano nos escaparemos un fin de semana, que siempre recordaremos y arderá en nuestro interior. 
Besos, mordiscos, caricias, guiños.
Sólo para ti, sólo para mi. En una intimidad rosa y roja llena de muchos de los pecados capitales. Hazme olvidar mi temor, haz que me olvide de mi misma; haz que los cuerpos sean sólo un vehículo para tocar las estrellas, para quemarnos con las llamas, para calmarnos en el mar. Déjame saboreárte delicadamente, degústame poco a poco. Alarguemos el momento haciéndolo eterno y burlemos al amanecer. Burlemos al fuego del sol, que nos tendrá recelo y envidia porque el nuestro es mucho mayor. Burlemos al mundo, que crean que somos una estrella del brillo que emanemos. 





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