martes, 11 de diciembre de 2012

Ríete de ella como ella se está riendo de ti.

¿No os a pasado alguna vez que os habéis sentido divididos? Me refiero, sabes que una cosa es mala para ti pero te es imposible no hacerlo. Es un vicio que has cogido a lo largo del tiempo, difícil de quitar. Malas costumbres, que aunque yo digan que se quitan, te tienen atado de pies y manos.
Por ejemplo, sabemos que tomar café a cada segundo de tu día es malo; pone dientes amarillos, puede darnos hasta una taquicardia pero aun así su sabor amargo, ese calor que desprende, el simple hecho de moverlo con una cucharilla, el clin clin clin que hace cuando choca contra el cristal... Son tantas las cosas buenas que les sacamos a los vicios que nos auto concienciamos de que es bueno. ¿No lo veis claro todavía? 
Otro ejemplo: Te gusta un chico. Es tu prototipo de hombre perfecto. Alto, mirada intensa, sonrisa deslumbrante capaz de robarte el aliento, brazos protectores y calor suficiente para quitarte el frío en las noches heladas de invierno. Resumiendo en una palabra, perfecto. Pero el destino es un vil enemigo, un Judas que nos deja ilusionarnos para después hacernos ver que todo ha sido una cruel broma. Sabes que nunca vas a llegar a más de una amistad, una bonita amistad.
Justo en ese momento en el que lo ves todo claro es cuando te divides. Una parte de ti quiere estar con él, te lo pasas tan bien... Todos son risas, abrazos amistosos y palabras bonitas. Conversaciones profundas sobre el futuro con un café vienés entre las manos. Un tiempo aprovechado. 
Pero la otra parte te dice que no puedes seguir así, hostia, te duele el verlo tan cerca y no poder tocarlo. 
"Se mira pero no se toca -dice una pequeña voz en el fondo de tu cabeza mal estructurada y desequilibrada, psicológicamente hablando- te suena, ¿verdad? ¿Tan pequeña eres para que te lo tenga que estar repitiendo una y otra vez?
Pero de repente aparece otra voz, la de tu corazón, que a gritos calla a esa irritante voz, dejándote al amparo del destino y su cruel broma de nuevo. 
Un clic en tu cabeza y ahora eres tú, y no esa vocecita, la que dices que no esta bien. Que vuelve a doler, que tienes que despertar de este inútil sueño incomprensible que estas viviendo. 
Al final reflexionas y caes en la cuenta de que la vida es una puta mierda; pero por lo menos pongamosle unos ojitos y una sonrisa, al estilo Whatsapp, para mirarla de otra manera. Lo peor de todo es que por mucho que tu ya lo sepas y hayas aprendido la lección, en el momento en el que vuelvas a ver esos ojos y esa sonrisa deslumbrante todo lo memorizado se te va a olvidar. Vas a pasar de todas las lecciones. 
Ya que no vas a poder huir de él, únete. Ya que quieres aprender, aprende a base de golpes que es como mejor marcan las cosas. Vuelve a pensar que la vida es una mierda, pero no olvides ponerle los ojitos y la sonrisa; ya que va a ser una mierda, por lo menos ríete de ella cómo ella se está riendo de ti.