martes, 29 de marzo de 2011

CAPITULO 2: MI MALA SUERTE Y YO, YO Y MI MALA SUERTE

Poco a poco fui abriendo los ojos y la luz me cegó. ¿Por qué había tanta luz en mi habitación? ¿Cómo había llegado hasta mi cama? No recordaba nada.

Hacía un momento estaba en la fiesta de Claudia y ahora… ¡¿ahora estaba en un hospital?! No podía ser, era imposible que mi mala suerte me hiciera pasar esa mala jugada. Abrí los labios y de mi boca salió un fuerte grito capaz de romper los tímpanos de cualquier ser humano.

Ainara y Miriam estaban allí y en menos de un segundo las tenía a mí alrededor preguntándome que me pasaba. No podía hablar, solo llorar. Ellas estaban asustadas pero no podía darles una explicación. Por una parte porque no me salía nada de la boca que no fueran gritos y por otra por que mi rabieta de niña pequeña no tenía sentido.

Una mujer hecha y derecha apunto de trabajar en una revista de moda, no podía llorar porque había perdido de vista unos ojos. Unos ojos profundos y maravillosos en los que te podías perder.

-¿Qué le pasa?-gritaba Ainara.

-¡No lo se!-contestaba Miriam.

-Vanessa, o nos dices que te pasa y dejas de llorar, o yo te voy hacer que llores por algo-dijo Ainara levantando la mano.

Cuando Ainara se ponía así lo mejor que podías hacer era hacerle caso y rápidamente. En cuanto escuche lo que me dijo, para de llorar en seco.

-Vale, vale. Ya he parado no hace falta pegar a nadie, ¿verdad?

-Ahora, ¿nos puedes explicar que te pasaba?-susurró Miriam con una voz que se le semejaba a las de las madres cuando sus hijos lloran porque se han caído.

No me quedó otra que contarles mi rabieta. En cuanto terminé se echaron a reír delante de mis narices. La verdad es que no me parecía nada justo que se rieran de mí de esa manera. Después de la tanda de chistes a mi costa, me tocaba a mí hacer las preguntas. No tenía ni idea de lo que me había pasado.

-Bueno, ahora me toca a mí hacer las preguntas, ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿qué me pasó cuando me caí?

- Cuando te tropezaste te diste en la cabeza con una mesita baja que tenías a tu lado. Al revotar caíste en los brazo del hombre al que pertenecen esos ojos con los que tanto sueñas- terminando de decir eso Ainara empezó a reírse de nuevo.

- Para ya de reírte de mi, ¿no?

- Es que no podemos- dijo Miriam que se unió a Ainara sin parar de reír.

- Sois patéticas.

- Dice la que se tropieza en la mejor fiesta del año.

La verdad es que ellas llevaban la razón yo era la patética. Solo yo puedo caerme en la mejor fiesta del mundo. Lo peor es que ni siquiera había bebido. Era patética. No hay otra palabra que me defina mejor.

Me ayudaron a vestirme y fuimos a buscar al médico. Yo me encontraba bien y además me gustaba más estar en mi casa que en un hospital donde solo olía a desinfectante. Al final me salí con la mía, en menos de una hora ya estaba en mi casa acostada en mi cama y con el pijama puesto.

Ese día fue horroroso. En mi piso no dejaba de salir y entrar gente. Todos preguntando y haciendo ruido, cosa que ayudaba mucho a que mi dolor de cabeza fuera en aumento por momentos. Yo quería que todos se fueran y me dejaran descansar para poder hablar con Claudia tranquila. Quería saber como había terminado la fiesta después de mi patético accidente.

En cuanto se fueron lo primero que hice fue coger el teléfono y marcar el número de la casa de Claudia. Un pitido, dos, tres, cuatro, cinco, buzón de voz. Eso era muy raro, nadie contestaba. Marqué otra vez. Un pitido, dos, tres, cuatro, la voz de un hombre. Todavía más raro, Claudia no tenía no novio. Miró el numero marcado por si me había equivocado. No, era el número correcto.

-¿Diga?, ¿hola?

-Ho-hola, ¿esta Claudia?

-Si, un momento- creo que intentó tapar el auricular del teléfono pero no le sirvió de mucho, su voz diciendo, cariño es para ti, se escuchó perfectamente. No se lo quise decir a Claudia, pero también se escuchó el morreo que se dieron antes de pasarse el teléfono.

-Hola, Claudia al aparato, jajajajaja.

-¿Dónde esta Claudia y quién eres tu? Devuélveme a mi amiga o en un abrir y cerrar de ojos estoy allí para echarte de su casa.

-Tranquilízate, ¿es que una no puede estar contenta?- definitivamente esa no parecía mi amiga.

-Contenta si, tener novio sin antes contárselo a una de tus mejores amigas no. Eres una cerda, yo en el hospital sufriendo y tú pasándotelo bien con el hombre misterioso.

-¿Perdona? ¿Quién te dijo que te calleras y te rompieras la cabeza? Tía, que mala suerte tienes, la fiesta de ayer ha sido una de las mejores que recuerdo en muchísimo tiempo.

-Encima tienes la cara dura de restregármelo, esto es increíble…

-Cariño, no te enfades, la verdad es que he estado muy preocupada por ti.

-Eso a quien se lo dices, ¿a mi o al hombre con la voz seductora?-dije riendo.

-¡Oye! Te estas pasando- se estaba picando, conocía a Claudia y se que no le gustan mucho las bromas pero es que me lo había puesto muy fácil.

-Vale, ya paro. Tengo una idea, mañana podemos quedar todas juntas para ir a comer y ya nos cuentas tu pequeño gran secreto, ¿vale?

-Me parece bien, mañana nos vemos donde siempre a la misma hora, yo aviso a las demás, adiós preciosa mía.

-Adiós…- la llamada telefónica había terminado antes de que yo me pudiera despedir. ¿Quién sería ese hombre? Hacía días que llevaba un tanto rarita, pero de eso a que tuviera novio y no nos lo hubiera contado, era aun más extraño. Mañana nos tenía que dar una explicación, como que me llamo Vanessa.

Vanessa