lunes, 29 de octubre de 2012

Son tantas las opciones que tenemos.




Seguro que esta parejas nunca quisieron que ese beso acabara. Puede que para alguno de los dos fuera el último beso apasionado que le diera a su amada, puede que en el fragor de la batalla una bala no correspondida le hiriera de muerte y en el pequeño instante antes de cerrar los ojos para irse de este mundo, recordara el calor de esos labios contra los suyos, la calidez de su aliento en su cuello susurrándole que allí lo esperará pacientemente, el abrazo tierno y apretado que minutos antes de partir le había dedicado el amor de su vida. Puede que la noche antes de irse hacia el peor de los espectáculos que ha tenido que presenciar, le pidiera matrimonio y le regalara un bonito anillo de compromiso, muestra del amor y la confianza entre ellos, y que ella queriéndolo con todo su ser le gritara a la cara un sí tan grande y apasionado que con un salto y un pequeño grito se colocara entre sus brazos besándolo como si no conociera otra acción que esa. 
Puede que después de su partida las dos se quedaran horas llorando una junto a la otra con el corazón en un puño y la esperanza de que el tiempo vuele en el otro. Quizás después de unos días las dos amigas se reunieran para empezar a preparar la boda de la otra, quieren que cuando los dos lleguen todo este preparado y listo para ser felices por toda la eternidad. 
Puede que se enviaran cartas durante meses comentando lo vivido y añorándose los unos a los otros. Puede que llegara el momento de la vuelta, pero que al bajar del avión sólo venga uno, marchito y con los ojos llenos de recuerdo imborrables, y que se acercara a la joven novia diciéndole que guarde el vestido y lo conserve como un bonito recuerdo de alguien que la quiso con todo el alma pero que ya no va a volver. Seguro que la chica, sin poder creer los acontecimientos, se enfadara, gritara y pegara a su amigo culpando a todos de su gran falta para terminar sin fuerzas y sólo con lágrimas, envuelta entre los brazos de la otra pareja. Seguro que después de un tiempo se tuvo que enfrentar a los miles de actos en honor a su prometido, a los apretones de manos de los cargos más altos y a la pérdida de una pieza de su puzzle que ya, quizás, nunca este completo.
Pero también puede que no pase nada de esto. Puede que esta foto sólo sea la llegada de dos militares que prometen a sus familias no volver a irse lejos, no volver a ponerse en peligro. Quizás al ver esta foto, los dos vean el feo recuerdo de un viaje horroroso y traumático que para uno acabó con un apresurado dulce final que unió su palpante amor para siempre y que para otro terminó con un final más apasionado, lleno de fuego y deseo, para más tarde acabar como su compañero y amigo. 
Seguro que en un atardecer de verano mientras los dos matrimonios toman una copa, una de las mujeres saque un álbum de fotos y los cuatro rememoren tiempos pasados y felices que dejaron una estela tras de sí. Y seguro, que esta foto estaría entre las de ese álbum, marcada como el feliz día que los cuatro volvieron a estar juntos para no volver a separarse nunca.

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