martes, 9 de julio de 2013

Mi pelo rizado entre tus dedos y mis manos en tu espalda.

Con mis manos sigo el rastro de las tuyas. Pido cada mañana el roce de tu espalda y la jaula de tus brazos, la locura de tus labios y el fuego de tus caricias. Que juntos suspiremos al anochecer y que las estrellas sean nuestro único refugio. Pido cura para esta locura transitoria que me está matando.
El deseo de tu piel me ahoga y el brillo de tus ojos me ciega. Mariposas que se mueven demasiado rápido para mi estómago.
Momento eterno en el que pensé que éramos dos, yo en tu cuerpo y tú en el mío.
Segundo en el que me descubriste que eras mi jaque-mate. Mañana en la que vi que el café era doble para sobrellevar la noche y que mis sábanas eran un mar incontrolable lleno de tempestades. Nosotros éramos los pasajeros de un Titanic que no conocía otro destino que el fondo de su mar. Tocar fondo para coger impulso y alcanzar una aurora boreal de extraños colores.
Me dijeron que tuviera cuidado con la caída pero yo estaba tan entretenida con tus lunares que no les quise hacer caso. Realmente no me preocupa, sé que me has cosido unas alas suficientemente grandes como para que me pueda sostener el tiempo necesario para que la caída no sea dolorosa.
Princesa de un cuento perteneciente al mundo de la Bella Durmiente. Miedo al despertar por si todo es diferente. Prefiero vivir en la noche con sus muchos peligros excitantes. Ser una especie de vampiro que se refugia en tu cuello. Prefiero vivir entre cosquillas y risas provocadas por tus dedos.

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