martes, 2 de abril de 2013

32.

Quizá el problema está en que soñamos más de lo que vivimos. Que anteponemos las ilusiones a la realidad, y cuando despertamos nos encontramos que estamos saltando de un edificio demasiado alto, que nos vamos a estrellar con la cruda realidad que nos negamos a vivir. No podemos evadirnos de lo que sucede a nuestro alrededor. Este es el mundo que nos ha tocado vivir, es cierto que es un mundo que se va a la mierda pero ahí reside la aventura, la misión de nuestra existencia. Tenemos, debemos cambiar el rumbo, el ritmo que llevamos y pisar fuerte la calle, sin dejar atrás los sueños e ilusiones. No digo que tengamos que vivir sin esas aspiraciones e ideas que nos quitan el sueño y el aire de los pulmones, pero debemos de llegar a un punto justo entre el mundo de Peter Pan y el real. Un equilibrio que nos permita vivir como queramos y como debamos. 
Disfrutar de la primavera, del sol que entra por la ventana de nuestra habitación cada mañana, de las estrellas que nos iluminan las noches en vela. Tomar un helado, o quizás dos. Compartir unas palomitas y una coca-cola gigante. Quejarnos por el alto precio de las cosas, pero no poder remediar esa locura que nos entra cuando vamos de compras. Vivir esa experiencia única que se nos ofrece en un momento inesperado. Dejarnos cuidar y mimar, darnos el lujo de sentir el cariño de aquello que nos rodean y por qué no, sorprendernos con el afecto de ciertas personas que antes han sido para nosotros puertas infranqueables. Salir de fiesta toda la noche y no poder moverse al día siguiente. Volver a quejarnos por la situación en la que vivimos y por lo caras que estaban las copas de anoche. Reír hasta llegar al punto de no poder respirar, hasta el punto de que te duele la barriga. Emocionarse con una película, que se te pongan los pelos de punta con la buena música. Cometer errores.Comerte un bizcocho tú sola. Empezar una dieta, dejarla, volver a retomarla. Saltar, gritar, abrazar, morder, besar. Ser serios con nuestro trabajo, alegrarnos por los logros profesionales. Ascender y conseguir el puesto que siempre hemos soñado. Reciclar y comprar productos ecológicos. Formar una familia. En fin, vivir y disfrutar de todas las pequeñas cosas que forman nuestro mundo. 

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