Ven, corazón, que te voy a contar hasta tres, que te voy a deshacer los prejuicios y voy a trepar por tus ojos.
Salta, que todo está dispuesto: debajo tenemos la red y yo estoy decidida a perder mis miedos detrás de tus dedos.
Acércate, que mis palmas tienen antojo de tapar tus lunares y arañarte el cielo de la boca.
Vamos a mezclarnos con el humo, vamos a fundirnos en uno. Quién te lo iba a decir a ti, que con lo densos que son dos cuerpos podríamos llegar a superar el océano.
Te prometo que si mañana te veo, haré como que no me acuerdo de la luz de tus besos, que me guardaré las sonrisas cómplices y dejaré la resolución de las tensiones para los días pares de los meses de frío. Tú, guárdame la banda sonora de las lunas llenas y las copas vacías para llenarlas de susurros.
Solo pretendo correr pisándole los talones a los atardeceres, jugar con las sombras y escondernos en las esquinas. Tú puedes sujetarme de las rodillas, besarme los párpados y hacer como que no te importo.
Clavaremos nuestros hombros en alguna pared fría y llamaremos a los timbres de las puertas que no se nos abren. Caminaremos por las ramas y nos despertaremos,
cada uno,
en nuestra cama.
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